Algunas empresas apasionadas empiezan en un garaje. En una de ellas hace 33 años, Peter Orinsky construyó la primerísima cama alta infantil para su hijo Felix. Para ello le dio una gran importancia al uso de materiales naturales, a la seguridad, a los acabados apurados y la flexibilidad para un uso muy duradero. Este tipo de cama tan versátil e ingeniosa tuvo una aceptación tan buena, que de ella se creó la exitosa empresa familiar Billi-Bolli con su excelente taller de carpintería al este de Múnich. Mediante el intercambio intensivo de pareceres con los clientes Billi-Bolli desarrolla su oferta de muebles infantiles continuamente, porque la felicidad de padres e hijos es nuestra motivación. Más información sobre nosotros…
Los niños tienen que jugar varias horas diarias con otros niños, a ser posible de manera independiente y sin interrumpirles, tanto dentro como fuera de casa. Quien piense que jugar es una pérdida tonta de tiempo, una cosa de niños sin sentido o un simple entretenimiento está equivocado. ¡Jugar es el mejor sistema de formación y desarrollo, la disciplina reina del aprendizaje y la mejor didáctica del mundo! Aquí descubrirá por qué:
De Margit-Franz, autora del libro «Heute wieder nur gespielt – und dabei viel gelernt!» («Hoy solo han jugado – ¡y han aprendido tanto!»)
El hombre es un «Homo sapiens» y un «Homo ludens», es decir un humano que aprende y que juega. Jugar pertenece probablemente a las prácticas culturales más antiguas de la humanidad. Compartimos el instinto de jugar con muchos otros mamíferos. La evolución ha engendrado este comportamiento, por lo que el impulso del juego está muy arraigado en los humanos. No hace falta animar, motivar ni ordenar jugar a los niños, a ellos les sale de manera natural, en todas partes y en cualquier momento.
Como comer, beber, dormir o cuidarse, jugar es una necesidad básica humana. Para la educadora progresiva Maria Montessori jugar es el equivalente a trabajar para los niños. Cuando los niños juegan están totalmente entregados a ello, con seriedad y concentración. Jugar es la principal ocupación de los niños y a su vez el espejo de su desarrollo. El juego autónomo promueve los procesos de aprendizaje y desarrollo infantil de muchas maneras.
Ningún niño juega con la intención de aprender algo útil. Ellos juegan apasionadamente porque les divierte. Se entretienen jugando de manera autónoma y les gusta la autoafirmación que viven con ello. Los niños son curiosos por naturaleza y la curiosidad es la mejor enseñanza del mundo. Prueban cosas nuevas sin descanso y de esta manera viven experiencias vitales de gran valor. Aprender jugando es aprender con ganas y globalmente, porque para ello se emplean todos los sentidos. También en las actividades que creemos sin sentido.
Una de las funciones esenciales de un juego rico en movimientos es el de entrenar un cuerpo aún joven. Así se refuerzan los músculos, los tendones y las articulaciones. Se prueban, se coordinan y se aprenden secuencias de movimiento. De esta manera se va consiguiendo realizar actividades más complejas. La alegría por el movimiento se convierte en el motor para un desarrollo sano, de manera que se puedan conformar las sensaciones corporales, la conciencia física, el dominio corporal, la seguridad de movimientos, la resistencia y el rendimiento. El uso de la fuerza física y la implicación emocional desafían a la construcción de la personalidad. En este aspecto las camas de aventura y de juegos pueden tener un papel importante. Especialmente porque el «ejercicio» se realizaría diaria y naturalmente.
Lo que puede parecer lo contrario es realmente una pareja ideal; jugar permite a los niños desarrollar al máximos sus capacidades. Es la forma más elemental de aprendizaje de la infancia. Los niños comprenden el mundo de manera lúdica. Investigadores del juego y la infancia estiman que un niño debería haber jugado de manera autónoma al menos 15.000 horas antes de comenzar en el colegio. Esto suponen unas 7 horas diarias.
Si observamos a los niños mientras juegan, siempre asistimos a cómo procesan sus experiencias de una manera lúdica. Adoptando diferentes roles se introducen en escenas bonitas, alegres pero también tristes y atemorizantes. Cualquier cosa que un niño elija para jugar tiene un sentido y significado para él. No se trata de conseguir una meta o resultado específico. Son más importantes los procesos de juego y experiencias que pueden acumular jugando ellos mismos o con otros niños.
Los grupos de juego de diferentes edades y juegos ofrecen un ambiente de desarrollo óptimo para un aprendizaje social. Cuando los niños juegan juntos transforman en realidad diferentes ideas de juego. Para ello tienen que conversar, poner reglas, tener conflictos y negociar soluciones. Las ideas propias tienen que adaptarse a una idea y un grupo de juego para que se pueda llegar a dar un juego en común. Los niños se esfuerzan por conectar socialmente. Quieren pertenecer a un grupo de juegos y con ello desarrollan nuevos comportamientos y estrategias que les ayudarán a pertenecer a él. El juego abre el camino hacia su yo, pero también del tú y yo y del nosotros.
Los niños crean su propia realidad jugando. No existe un imposible, su imaginación infinita hace todo posible. Fantasía, creatividad y juego solo se entienden juntas. Los escenarios de juego infantiles son tanto complejos como inventivos. Continuamente están co-construyendo. Jugando aparecen muchas veces problemas que hay que solucionar. La búsqueda de soluciones es una parte esencial del juego en sí. Este aprendizaje de descubrimiento permite al niño apropiarse del mundo que le rodea.
Jugar tiene una gran importancia para las amistades así como para los contactos con otras culturas. La guardería es un lugar donde experimentar la diversidad socio cultural. Jugar es la llave para interactuar unos con otros. Los niños aprenden a crecer en su cultura de una manera lúdica y de esta misma manera se acercan unos a otros: todos los niños hablan el mismo idioma cuando juegan. La transparencia infantil y su interés por lo nuevo traspasa fronteras y posibilita que se puedan desarrollar nuevas relaciones.
Los niños tienen derecho a tiempo libre, descansar y jugar. Este derecho al juego se encuentra en el artículo 31 de la Convención sobre los derechos del niño de Naciones Unidas. El comité de naciones unidas enfatiza que los niños han de jugar independientemente y menos bajo la guía de un adulto. En guarderías y centros semejantes se deberá posibilitar áreas tanto dentro como fuera, donde los niños puedan jugar sin interrupciones. Una educación que favorezca el juego facilita el desarrollo de las competencias de juego de los niños y permite a los padres participar en este desarrollo.
Publicado por primera vez en «Kindergarten Heute» 10/2017, p. 18-19
La guía práctica y profesional «Heute wieder nur gespielt – und dabei viel gelernt!» («Hoy solo han jugado – ¡y han aprendido tanto!») de Margit Franz explica la importancia de jugar en la infancia. Ayuda a los profesionales de la educación infantil a mostrar, tanto a los padres como a la opinión pública, las enormes ventajas que tiene una educación pro juego.
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Margit Franz es educadora, diplomada en Pedagogia social y en Pedagogía. Fue directora de una guardería, investigadora en la Universidad de Darmstadt y asesora pedagógica. Hoy en día trabaja como especialista autónoma en educación, autora y redactora de «PRAXIS KITA».
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